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Neuroestética: cuando la belleza se siente en el cuerpo antes que en los ojos

La neuroestética parte de la premisa sencilla y poderosa: elegimos lo que nos hace sentir. Y esa diferencia (que en apariencia se ve mínima) define no solo nuestras casas y espacios, sino también nuestra forma de habitar.

Pero, ¿qué es la neuroestética?

Ella se encarga de explorar cómo el cerebro responde a la belleza. Nació hace más de 20 años como un puente inesperado entre neurociencia, filosofía y arte.

Al principio parecía un experimento científico excéntrico, pero, hoy, está redefiniendo la arquitectura, el diseño y la decoración de interiores.

¿Por qué?

Porque hoy estamos en un punto de inflexión, donde ya no es suficiente que un espacio “se vea bien”. Hoy necesitamos que un espacio “nos haga bien”.

La neuroestética trae la posibilidad de que la belleza es biológica

Según la investigación presentada en Untapped Journal, la neuroestética propone algo revelador: la belleza no es un lujo, es una necesidad neurológica.

Esta está vinculada a la supervivencia emocional, dejando de ser un capricho.

¿Cómo funciona esto?

El cerebro responde a ciertos patrones de manera universal. Como, por ejemplo, formas orgánicas, proporciones equilibradas, movimiento, ritmos repetitivos, materiales naturales, fluencia fractal, y texturas que invitan al tacto.

Cuando nuestros ojos ven algo que luego es interpretado como “bello”, se despiertan zonas cerebrales relacionadas con:

  • El placer
  • La memoria afectiva
  • La empatía y la emocionalidad

Por eso no es casualidad que una pared de piedra natural pueda calmarnos más que una completamente blanca.

O que la madera maciza genere confort sin una explicación lógica. Que ciertos espacios nos hagan sentir sostenidos y otros en alerta.

La neuroestética nos explica lo que sentimos antes de pensarlo

La base de esta ciencia es:

Sentimos primero, pensamos después.

Por ello, puede pasar que un espacio nos genere rechazo, aunque esté “bien diseñado”. Inclusive, podrá tener alineación y orden, pero, si no tiene alma, no podremos sentirnos a gusto y mucho menos nos parecerá bello.

Hoy, la humanidad está viviendo uno de los puntos bisagras más grandes de los últimos tiempos, con la IA y todo lo que está hasta ahora está apuntando.

Entonces, quizás, más imperfección, más naturalidad, sea una tendencia que nos beneficie a todos. Contar con espacios que envejezcan con el paso del tiempo sabiamente, así como pasa en la naturaleza.

Esa belleza que busca conectar y no imponer.

La belleza que buscamos hoy no es perfecta, sino orgánica. Esa belleza se parece más a:

  • El olor inolvidable de la madera recién lijada.
  • La piedra que conserva su historia en cada veta.
  • La luz natural que cambia a lo largo del día y nos baña con una lluvia de color.
  • La tranquilidad que otorga la armonía justa.

Así como hay abrazos que nos sostienen, hay espacios que ordenan y calman nuestra mente.

La memoria sensorial es el diseño que nos devuelve a casa

Ahora, ¿de qué información nuestro cerebro toma lo que es bello?

Según la neuroestética la percepción de la belleza está unida o vinculada a la memoria emocional de cada uno de nosotros.

La belleza se siente y no se piensa. Por eso, lo que para algunos de nosotros puede ser feo, para otros será completamente bello.

La belleza es un recuerdo en nuestro cuerpo, es parte de nuestra memoria corpórea e inclusive ancestral. Por ello, no es casualidad que ciertos materiales activen nuestro sentido de bienestar y confort, como sucede con la madera.

O nos hacen sentir relajados como la luz del atardecer, o el sonido del mar, o que la piedra nos dé la sensación de estabilidad y longevidad.

O que el tocar la lana o el algodón nos haga sentir mimados o queridos.

En fin, la neuroestética funciona porque somos humanos, no por moda.

Entonces, ¿a qué nos invita la Neuroestética?

Es una invitación clara para recrear espacios que entiendan y atiendan nuestra humanidad, diversa, cambiante, emotiva, sintiente.

Lugares donde la belleza y la funcionalidad se unan como una pareja que trabaja en equipo, que crean espacios con alma.

La traducción de esto sería a nuestro entender algo así como:

  • Elegir materiales con historia sensorial: madera, piedra, fibras y de calidad.
  • Diseñar con sentido de experiencia: cómo recrear un rincón para reencontrarnos, sumar una textura que invite al contacto, una pared que cambie según la luz natural.
  • Espacios creados desde la emoción y el gozo.
  • Donde el equilibrio y la armonía estén presentes.
  • Donde haya carácter y respiración.

Quizás la invitación sea antes de crear, mirar con los ojos cerrados, es decir, sentir.

La verdadera belleza no necesita explicación racional, se experimenta en el cuerpo.

Es algo sereno que puede no tener una explicación lógica. No hablamos de lujo, hablamos de atender nuestra calidad de vida.

En Pewen Pisos y Revestimientos creemos que el diseño es una excelente herramienta para integrar al ser dentro del espacio, resaltando la experiencia.

Por eso, trabajamos con materiales que conectan con esta sensibilidad: productos nobles, honestos, envejecen armoniosamente, nos dan calidad y cuentan historias.

Un espacio bello es un lugar a donde uno siempre desea volver. Y si estás listo para recrear el tuyo, contáctanos ya.